La historia de Kvyat y la Fórmula 1 es, cuanto menos, rocambolesca. En concreto por la participación estelar de Red Bull. Inició su carrera en Toro Rosso y tras la marcha de Vettel a Ferrari, tomó su lugar en el equipo madre en la temporada 2015. En 2016 logró un podio, pero la mala fortuna quiso que fuera protagonista de un sonado incidente con Vettel en el GP de Rusia, tras el que fue relegado a Toro Rosso para ser sustituido por Max Verstappen en Red Bull. Y 2017 fue testigo de los peores momentos del ruso, hasta que fue despedido de Toro Rosso. En aquel momento, Marko dijo “Kvyat no volverá jamás, no creemos que pueda cambiar a largo plazo”. Al parecer a la escudería filial de Red Bull no le ha quedado otra que volver a contar con Kvyat tras los acontecimientos que se desencadenaron tras la marcha de Ricciardo a Renault.

Creo que no era la única que esperaba con especial inquietud ver cómo se desenvolvía Kvyat en su nueva época en el Gran Circo. Tiene una oportunidad entre manos que sólo ocurre una vez entre un millón. Poca gente sale de la Fórmula 1 como lo hizo él y se le brinda la oportunidad de volver. Y personalmente me sorprendió su actuación en el GP de Australia, y para bien.

Acostumbrados a un Kvyat desbocado -por algo se le apoda “El Torpedo”- pudimos ver a un piloto muy cambiado, con adelantamientos limpios y luchas interesantes. Y ya algo que hizo que me levantara de la comodidad de mi sofá fue ver cómo adelantaba a Gasly -en su Red Bull-. No esperaba para nada que el ruso luchara por posición contra un piloto del equipo madre y menos sabiendo los antecedentes del piloto. Y para mí, lo hizo muy bien. Partía de la 15ª posición y acabó puntuando en 10ª plaza, justo por delante de Gasly, que no fue capaz de superar a Kvyat después de que éste le adelantara a las pocas curvas de salir el francés de boxes. Y ya para rizar el rizo no me podía creer que Toro Rosso dejara que Kvyat mantuviera la posición y no le obligaran a cederla.

De hecho, el propio Kvyat se mostró sorprendido en declaraciones post carrera tras lo sucedido “Cuando salió de boxes, pensé ‘Ah, necesito intentar adelantarle’, pero cuando vi que lo alcancé, que estaba con los blandos, pensé que podría volver a pasarme”. El ruso tenía muy claro cual era el objetivo en su vuelta a la categoría reina “Era importante no cometer errores por mi parte” “Nos da una buena confianza a todo el equipo de que podemos mantener este tipo de coches detrás de nosotros” “Uno de los puntos más difíciles que he ganado”.

No debemos despreciar el hecho de que Kvyat luchaba no sólo contra un piloto del equipo “madre”, si no que le plantaba cara a su rival más directo. Si los acontecimientos hubieran seguido su curso, ese debía ser el coche del ruso y no en el que se encuentra. Tal vez esa fue una motivación extra para sacar su mejor versión a relucir y demostrar que estaría capacitado para sustituirle si fuera necesario.

Kvyat tenía mucho que perder en su vuelta a la F1, pero también mucho que ganar. Debía demostrar por qué merecía volver, pero sin tomar el riesgo de protagonizar incidentes que pudieran poner en peligro su carrera. Y a mi entender lo logró, hizo lo que tenía que hacer y con una templanza inimaginable en el Kvyat de hace un año. Adelantar a un Red Bull, dejándole el espacio suficiente y mantenerlo detrás no es algo que suceda cada día. Tal vez sea cierto lo que dijo Marko ante su vuelta a Toro Rosso “Daniil ha cambiado, tiene una personalidad más madura”. El tren ha pasado dos veces para Kvyat y esta vez no se puede permitir que se le escape.


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