Hay pilotos que suben a la Fórmula 1 de manera muy precoz, sin haber participado en muchas competiciones inferiores (Max Verstappen y Lance Stroll), otros pilotos que han debutado tras ganar muchos campeonatos (Pilotos longevos como Hamilton y Vettel y pilotos más jóvenes como Leclerc y Russell) y otros pilotos que han tenido que esperar mucho tiempo para tener su oportunidad y les hemos visto como han participado en varias sesiones de entrenamientos libres, ocupando una función de piloto de desarrollo y de reserva para algunos equipos (Sirotkin y el protagonista de este artículo, Antonio Giovinazzi).

Porque el piloto italiano ha tenido un premio a la paciencia, ya que ha tenido que esperar nada más y nada menos que tres temporadas como piloto reserva para lograr su esperado debut como piloto oficial en la Fórmula 1 de la mano de Sauber. Desde su subcampeonato de la antes conocida GP2 en el año 2016, donde luchó por el campeonato con el actual piloto de Red Bull (Pierre Gasly), le hemos visto entrar como piloto probador y pilotar el Ferrari de 2015 en los test de neumáticos Pirelli en Fiorano, el Haas en el año 2016 en entrenamientos libres y en 2017 pudo hacer una semana de pretemporada con Sauber y tuvo dos carreras (Australia y China) para demostrar su valía por el accidente de Pascal Wherlein en la Race of Champions en Enero de 2017. Luego, le vimos con Haas y Sauber en entrenamientos libres durante el año y en 2018 le hemos visto seguir acumulando kilómetros junto a la escudería suiza.






No se podrá decir que Giovinazzi no está preparado para una etapa ilusionante para él y para su equipo. Con un Sauber al alza y muy ilusionada por la temporada que se avecina, optando a luchar por la cuarta plaza junto a un gran piloto y con mucha experiencia como Kimi Raikkonen, y soñando con un futuro vestido de rojo en un futuro no muy lejano.