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El Circuito de las Américas, listo para albergar un nuevo Gran Premio

La Fórmula 1 llega a uno de los circuitos más modernos y a la vez más especiales de la temporada. El Circuito de las Américas, situado al sur de la ciudad de Austin, se prepara para recibir al Gran Circo por octava vez consecutiva.

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El Circuito de las Américas, listo para albergar un nuevo Gran Premio
Fuente imagen: Google Imágenes

El autódromo americano, inaugurado a principios de 2012, acogió en noviembre de ese mismo año su primera carrera de Fórmula 1. El objetivo era recuperar la máxima competición del automovilismo y albergar un Gran Premio, cosa que no ocurría desde que se disputara en 2007 la última prueba de este calibre en suelo 'yankee', en el circuito de Indianápolis, ganada por Lewis Hamilton después de una interesante lucha con su compañero de equipo Fernando Alonso, en la que fue una de las primeras señales de discordia dentro del equipo McLaren aquella temporada. Desde el primer momento resultó ser de gran agrado para pilotos, tanto de monoplazas como de motociclismo, y para la mayoría de aficionados del mundo de motor.

El trazado, diseñado por el promotor Tavo Hellmund con el asesoramiento de Hermann Tilke, supone una gran serie de desafíos para los pilotos. Está compuesto por 20 curvas de todo tipo. La primera curva es un viraje cerrado a izquierdas, con el aliciente especial de situarse tras una subida de un 11% de desnivel que la convierte en ciega y muy difícil de encontrar la trazada perfecta, ya que el asfalto se ensancha en las inmediaciones del vértice.

Después, llega una sucesión de curvas a izquierda y derecha inspiradas en la secuencia Maggots-Becketts-Chapel de Silverstone. Posteriormente, pasamos a una bajada con un suave viraje a izquierdas y llegamos a una nueva horquilla, también con el asfalto ampliado en torno al vértice, y encaramos una larga recta trasera. Al final de la larga recta nos espera una curva a izquierdas que, si bien no es muy cerrada, debido a la alta velocidad que se alcanza en la recta, se convierte en una frenada muy fuerte y un paso por el vértice de baja velocidad.

Llegan a continuación una serie de virajes lentos con una curva a derecha de más de 90 grados, a la que sucede una curva que se va cerrando hasta el final del vértice, muy complicada de trazar y que recuerda a la curva número 10 del circuito de Bahréin. Encaramos a continuación el homenaje del diseñador alemán a un diseño propio ideado unos años antes. Una sucesión de cuatro vértices seguidos que recuerdan a la curva 10 de la pista de Estambul. Dos giros a izquierda culminan la vuelta a un trazado muy exigente y a la vez muy bonito para los espectadores.

Este Gran Premio supondrá el número 48 para Estados Unidos. Sin embargo, este número es mucho más elevado si contamos con todos los eventos de este nivel disputados en este país con otro nombre. Resulta cuanto menos curioso ya que, aunque esta competición no ha llegado nunca a explotar como deporte de máxima repercusión, y contando incluso con otras categorías de automovilismo más seguidas como la NASCAR o la Indycar, ha llegado a contar con hasta tres grandes premios disputados en un mismo año en su territorio.

Sólo si tenemos en cuenta las pruebas disputadas ya como Campeonato del Mundo unificado de Fórmula 1, son siete los circuitos que han albergado este evento. Riverside fue el primer organizador de una carrera aún no puntuable para el Campeonato en 1958. Sebring lo sucedería, ya como oficial, en 1959, a la que volvería a alternar Riverside en 1960. Ninguno de los dos volvería a albergar una cita de este calibre. Cogería el testigo entonces Watkins Glen hasta 1980, momento en que se quedó anticuado y demasiado peligroso para seguir organizando la prueba, siendo testigo de algunos accidentes fatales famosos, como la muerte de François Cevert en 1973. Desde 1976 compartió protagonismo con Long Beach en el llamado GP del Oeste de Estados Unidos, un circuito urbano que si que consiguió atraer un gran número de público y lograr cierta fama, organizando carrera hasta 1983.

 En 1981 y 1982 se corrió un GP un tanto peculiar, organizado sobre el parking del casino Caesar Palace de Las Vegas, llegando a ser en 1982 incluso decisivo para el campeonato. Sería 1982 el año en el que se disputaron tres carreras allí, con la llegada de un nuevo trazado urbano ubicado en Detroit, en el denominado GP del Este de los Estados Unidos. Un circuito tan enrevesado y sinuoso que resultaba ser más lento incluso que el propio Mónaco. Esta prueba duró hasta 1988.  Tras un breve lapso de tiempo, Dallas fue la ciudad escogida, continuando la tendencia de circuitos urbanos, para albergar de nuevo el GP original en 1984. Tras no recibir los apoyos y repercusión necesaria, sólo pudo organizar esa edición. Phoenix retomaría el evento en 1989 y durante tres años como GP de Estados Unidos, y ya al inicio de la pasada década, el famoso autódromo de Indianápolis creó una variante de circuito para albergar el GP desde el año 2000 hasta el 2007, incluyendo aquella infame edición de 2005, tristemente recordada por ser excluidos todos los coches de la parrilla equipados con neumáticos Michelin tras el accidente de Ral Schumacher, y pudiendo tomar la salida únicamente seis monoplazas.

Son muchas las localizaciones, nomenclaturas y ediciones las disputadas en el país del tío Sam, y aunque todavía luche por abrirse camino entre los eventos más seguidos entre los americanos, la labor del COTA por demostrar al mundo y a sus propios compatriotas que un evento así merece la pena, es sencillamente indiscutible.

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