Todo ha pasado muy rápido para Francesco Bagnaia. Para el italiano parece mentira que hace nada estuviera corriendo en una motorbike en casa de su abuelo y que ahora ya sea campeón de Moto2 y esté corriendo en MotoGP, donde quiere demostrar de qué pasta está hecho. El tunisino es consciente de que esa necesidad de correr era debido a que “no montaba mucho en la motorbike, tal vez una o dos veces a la semana, a veces incluso dos veces al mes” y que fue esa falta y esas ganas de volver a subirse a la moto las que le hicieron ser quien es a día de hoy. “Creo que si das muchas vueltas puede ser aburrido y repetitivo. Si tienes que parar, gastas los días con ganas de volver a montar”.   

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Sin embargo, Pecco sabe que sin duda, el punto de inflexión fue entrar en la academia VR46, de la que es propietario Valentino Rossi. “Fue increíble que pudiera tocar el suelo con mi rodilla de inmediato. Me emocioné y ese fue el comienzo para mí”. Para Bagnaia, en la academia creó un vínculo muy especial con el resto de pilotos, en la que se fomenta esa competencia sana que se requiere en pista, ya que “la diferencia con el resto de muchachos en GP es que estamos juntos todos los días, y también con Valentino. Todos somos muy diferentes, con diferentes necesidades, aunque nos estamos presionando mutuamente. Yo creo que soy bastante normal, y una de las cosas más importantes que tenemos es que siempre hay gente a nuestro alrededor que nos escuchan y se adaptan”.

Valentino ha sido un gran referente para Bagnaia. El Doctor ha tenido siempre claro que el joven tiene “un gran talento natural” y que “será fuerte en MotoGP”. Es quizá esta relación que han creado los dos la que ha provocado este crecimiento en Pecco, que considera a Rossi “un verdadero amigo” al que conoce íntimamente, y con el que el respeto va a primar, a pesar de que en pista vayan a ser rivales.