Como si todo se hubiese tratado de un sueño, Fernando Alonso aparca su Toyota y afronta la vuelta a la rutina a los mandos de su McLaren tan solo cinco días después de haber ganado las 24 horas de LeMans. Eso sí, menudo sueño.

El campeonato del mundo de resistencia es la válvula de escape del piloto asturiano, la ventana por la que escapar del agujero negro es el que se ha convertido su carrera deportiva en la Fórmula 1: todo lo que toca parece destinado a acabar mal. Eso sí, en la lista de posibles culpables de los descalabros, él es el último sospechoso. Alonso siempre exprime al máximo el potencial de sus herramientas, pero la realidad es la de este GP de Francia que tiene por delante el asturiano, donde las expectativas de nuevo cotizan a la baja.

Lo que a principio de año era optimismo con la continuidad de Alonso en los puntos, ahora se ha convertido en una lucha del español contra las adversidades que su equipo consiste en ponerle Gran Premio tras Gran Premio. Canadá fue la gota que colmó el vaso en una temporada venida a menos y en la que McLaren se está quedando sin coartadas.

Es difícil imaginar qué motivación puede encontrar el piloto español para afrontar la carrera de Paul Ricard, tras su imperial triunfo en LeMans. Para él, la Fórmula 1 es ya terreno conquistado y conocido: ha abierto todas las cerraduras de la caja mágica, algunas veces con más suerte que otras, y en Wokin parece que no le van a dar nada que no haya tenido antes. Es la cruda realidad que vive Fernando Alonso cuando llega al paddock de la máxima categoría del automovilismo, y a la que deberá volver este fin de semana.

El paso de Fernando Alonso por el Mundial de resistencia no está siendo un mero paseo para liberar tensiones, sino que el español está demostrando todo el talento que se esconde bajo el deslumbrante vestido naranja del MCL33. Como una camisa de fuerza, el McLaren se empeña en retener el alma de campeón del asturiano y, aunque él se resiste, siempre lo acaba consiguiendo.

Cuando se monte el viernes en el monoplaza, Fernando Alonso estará a 2 segundos de la cabeza, algo menos si el tridente de la parte alta de la clasificación es benévolo con el resto de la parrilla. Su lucha será la de entrar a la Q3, algo que ha sido todo un reto durante esta temporada. Y por último, y el monoplaza no le deja tirado, el asturiano podrá remontar hasta llegar a posiciones de puntos y rascar un pequeño botín para su escudería.

La victoria de Fernando Alonso en LeMans ha demostrado que hay vida más allá de la Fórmula 1 para el español, que existen retos a la altura del asturiano… así que ya tiene que ser buena la oferta para mantenerlo en el McLaren la próxima temporada. La triple corona está más cerca que nunca, y disputar la próxima temporada la IndyCar sería la mejor manera de prepararse para el asalto a las 500 millas de Indianápolis. Antes de todo eso,  el asturiano se enfrente por enésima vez a la realidad, lo hará en un circuito nuevo, y esperemos que no sea lo único que cambie.