La Fórmula 1 visitará la próxima semana el Circuito de las Américas de Austin, para celebrar el Gran Premio de los Estados Unidos por primera vez desde 2019. El evento fue cancelado en 2020 debido a la pandemia y las restricciones de viaje hacia el continente americano. No obstante, la vuelta al rodeo texano no está exenta de una polémica ya conocida: los baches del trazado.

El Circuit of the Americas, situado en la región de Austin, Texas, reúne todo tipo de características a lo largo de los 5.513 metros de longitud: curvas enlazadas, de distintas velocidades, frenadas fuertes, largas rectas y distintivos cambios de elevación. En este catálogo no se contabilizan las ondulaciones que han ido surgiendo a lo largo de los años, elementos que dificultan la integridad de los monoplazas.

El último evento de Fórmula 1 celebrado en el trazado texano data del 2019, carrera en la que ya se evidenciaron los graves problemas con los baches a lo largo del mismo. Aquel famoso abandono de Sebastian Vettel al cabo de pocas vueltas transcurridas, cuando la suspensión trasera derecha cedió ante las irregularidades del asfalto. Tras esa edición, durante el invierno 2019-2020, algunas de las áreas fueron reasfaltadas.

En declaraciones al medio Motorsport.com, el jefe del COTA Bobby Epstein habló, en su momento, acerca de las modificaciones realizadas en el mismo, confesando que estuvieron “trabajando parte de diciembre y enero para solventar esos problemas”. El foco principal se centró en las curvas 9, 18 y 19 del trazado.

A pesar de eso, y aún haber sido un par de temporadas con poca actividad, el trazado contaba con más focos de problemas. Desde la salida de la curva 1 y hasta la horquilla previa a la recta trasera, el asfalto estaba claramente perjudicado. Esto se vio aún más crítico con la llegada del Campeonato del Mundo de Motociclismo al COTA: los saltos y baches más marcados se situaban en las curvas 2 (punto de un gran número de caídas durante el fin de semana del GP de las Américas) y 11 (ciega y a izquierdas).

Tal es así que algunos pilotos de MotoGP se plantaron y aseguraron que, de no haber modificaciones para mejorar la seguridad, no correrían en Austin en 2022, pese a estar ya en el calendario provisional. El líder del Mundial, Fabio Quartararo, tachó a la superficie como “broma”; su principal rival, Francesco Bagnaia, lo describió como “una de las pistas más peligrosas” en las que ha corrido; y Marc Márquez, quien venciera en la prueba de este año, declaró que “no es fácil ni agradable” y que “cada año es peor y peor”.

El director de carrera de Fórmula 1, Michael Masi, aseguró, en palabras recogidas por el medio antes nombrado, haber estado en contacto con la Federación Internacional del Motociclismo, ente de gobierno de MotoGP, para estar al tanto de la información que pudieran obtener de los competidores sobre dos ruedas.

"Estuve al teléfono con mis colegas de la FIM durante el fin de semana de Austin, y lo que hemos hecho desde el evento de F1 de 2019 es haber reasfaltado gran parte del circuito, tras las dificultades descubiertas en 2019” expresó Masi.

“Las áreas sufridas por las motos fueron distintas a las reasfaltadas. Y Tony Cotman, uno de los inspectores ‘platino’ de circuitos de la FIA, estuvo en Austin durante la semana, haciendo un reporte. El circuito está haciendo algunos cambios para enderezar los problemas, e intentarán arreglar algunos baches. Tenemos tiempo; harán lo que puedan en la franja de tiempo”.

No obstante, y a pesar de haberse hecho “conocido” en los últimos años, las ondulaciones son un inconveniente desde mucho antes: las lluvias torrenciales vividas en aquel fin de semana de Gran Premio de los Estados Unidos de 2015 fueron críticas para la situación de un circuito cuya construcción yace en una zona delicada. El trabajo de remodelado tendrá un objetivo claro, pero no será un camino de rosas; más bien, de piedras.

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