Los días difíciles y llenos de presión parecen no acabarse para Ferrari. El equipo más grande de la historia de la Fórmula 1 pasa por horas difíciles en lo deportivo y en lo técnico. Sus pilotos chocaron entre sí en el pasado Gran Premio de Brasil y ahora surgió información de Auto Motor und Sport sobre una confiscación de sus sistemas de combustible por parte de la FIA.

Ferrari dominó la Fórmula 1 con tres victorias consecutivas luego del parón veraniego, luego perdió en Rusia, Japón y México, pero no sin dar pelea por la punta y logrando la Pole Position en cada una de esas pistas. La mejoría del equipo, tras una primera mitad sin triunfos, se basó en la potencia de su motor, aunque un nuevo paquete aerodinámico les brindó un 1-2 soberbio en las calles de Singapur.

La  unidad de poder Ferrari levantó sospechas en sus rivales directos: Mercedes y Red Bull. El equipo austríaco exigió a la FIA una aclaratoria sobre la ventaja de Ferrari y las técnicas utilizadas para extraer tal rendimiento de su motor —una supuesta manipulación en el sensor que mide la inyección—. La FIA emitió una directiva sobre este asunto antes del Gran Premio de los Estados Unidos de América y se esperaba una observación amplia sobre el desempeño de Ferrari en esa carrera.

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Tras seis Poles consecutivas, Ferrari no pudo en Austin, aunque Sebastian Vettel quedó a sólo 12 milésimas de la Pole. En carrera, Vettel sufrió rotura de una suspensión y abandonó, mientras que Charles Leclerc se quedó en el cuarto lugar a un abismo del podio, aunque hay que decir que una fuga de aceite en la tercera práctica le hizo competir con un motor antiguo en el Circuito de las Américas. El bajo rendimiento de Ferrari fue foco de muchos comentarios luego de la carrera, siendo Max Verstappen —de Red Bull— el más polémico al hablar sobre la Scuderia de Maranello. El holandés indicó que el rendimiento del SF90 en Austin era "lo que sucedía cuando dejas de hacer trampas".

Ferrari se defendió diciendo que la menor ventaja en la potencia que desplegaron en Austin se dio por un setup que favorecía la velocidad en curva, lo cual, de alguna manera, tiene parte de razón pues los mejores tiempos en el sector 1 —trabado— del COTA fueron fijados por los pilotos de Ferrari durante la Q3. 

Tras la polémica, la FIA emitió una nueva directiva que parecía salpicar a la marca italiana justo antes del Gran Premio de Brasil. Esta vez, la directiva hablaba sobre la prohibición de la entrada de líquidos inflamables del intercooler y otros componentes a la cámara de combustión. En Brasil, Ferrari volvió a quedarse sin Pole en la clasificación, aunque Vettel volvió a clasificar segundo. En la carrera, Leclerc adelantó con gran facilidad a los autos de la zona media y Vettel rodaba tercero algo alejado de Lewis Hamilton —Mercedes— y Verstappen.

Luego, los de Ferrari se tocaron en pista y acabaron con sus chances, pero el auto no se mostró dominante como en otras ocasiones en los sectores de aceleración, a pesar de que seguía con una velocidad en recta elevada. Luego de la carrera en São Paulo, la FIA ha confiscado los sistemas de combustible de Ferrari, de un equipo cliente de Ferrari y de otro no relacionado con la marca para realizar comparaciones.

La FIA tendría en su disposición líneas de gasolina entre el sensor de velocidad de flujo y el motor para descifrar si se está inyectando una cantidad de gasolina mayor a la permitida, lo que inicialmente fue una sospecha de Red Bull, según informó Auto Motor und Sport.

Estas revisiones técnicas están destinadas a evitar algún tipo de ventaja ilegal para la próxima campaña, pues 2019 sólo brindará una competencia más, en Abu Dhabi, y las cartas ya están repartidas. Se espera que la FIA brinde información al respecto de la investigación antes del final de la campaña.