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El héroe que venció al infierno

El mundo del motor llora la muerte del tricampeón austríaco. Historias entre bambalinas de alguien que fue más que un campeón.

( palabras)
El héroe que venció al infierno
Fuente imagen: Google

Héroe, del griego antiguo ἥρως (hērōs): persona que se distingue por haber realizado una hazaña extraordinaria, especialmente si requiere mucho valor.
Definición que se queda corta al hablar de Andreas Nikolaus Lauda, más conocido como Niki Lauda.
Podríamos hablar largo y tendido sobre sus números y estadísticas, sus victorias, sus tres campeonatos del mundo ganados ante los grandes titanes del automovilismo mundial, como James Hunt o Alain Prost o el subcampeonato por apenas tres puntos a pesar de su accidente en el viejo Nürburgring. Aunque a cualquier otro piloto se le recordaría por sus números, no es ni será el caso del carismático Niki, quién su forma de ser y de expresarse siempre ha dado más que hablar que sus resultados, que es mucho decir.

Niki Lauda era todo lo que se pueda imaginar, pero en su época era un visionario, un adelantado a su tiempo.
Para ser campeón del mundo sabía lo que quería y lo que había que hacer y decir. No se arrugaba ante nada ni ante nadie. Si el equipo buscaba lo mejor, él quería lo perfecto, cuidando los detalles mecánicos, aerodinámicos, la dieta, el entrenamiento. No había lugar al azar o la improvisación para ser el número uno.


Al ingresar en Ferrari los mecánicos se quejaban de las agotadoras horas que el joven piloto austríaco les sometía, pero gracias a él y al cronómetro de il Commendatore Enzo Ferrari, los frutos de tu tenacidad no tardaron en llegar en forma de mundial en el 1975…y de tragedia (o no) durante el GP de Alemania de 1976, carrera que una semana antes había sido presionada por un posible boicot de los pilotos ante la falta de medidas de seguridad.

Allí sufrió uno de los peores accidentes imaginables al perder el control de su Ferrari a la salida de la curva Bergwerk. Temperaturas de más de 800ºC y la inhalación de gases altamente tóxicos por la combustión del automóvil le hicieron recibir la extremaunción.
Y allí nació la leyenda. Seis semanas después y dos Grandes Premios más tarde, Niki Lauda volvía a enfundarse el mono y pilotar su coche. Una leyenda había nacido cual ave fénix de entre las llamas.
No sólo conservaba su velocidad, si no que su astucia e inteligencia dentro y fuera de la pista se había visto aumentada a raíz de su accidente. Mirar a la muerte a los ojos tiene dos salidas, o te rindes a ella o luchas.


Y luchó astutamente en cada vuelta, en cada día de su vida, en cada declaración, en cada pregunta que le formulaban. Dicen que no pensaba lo que decía o que era repelente en sus palabras. Todo lo contrario, a Lauda había que escucharle en todo momento, sabía lo que hablaba, y lo hacía sin miedo, sin pensar en lo que creerían de él, si era feo tras sus quemaduras, si era antipático, poco ortodoxo o políticamente incorrecto en sus declaraciones…
Un día ante un periodista inquisidor que le preguntó por sus quemaduras, el austríaco le contestó entre risas:
-“Yo tengo un motivo por lo que ser feo, hay gente que no tiene excusas”. Simplemente genial.
Lauda hablaba sin tapujos y a bocajarro. Fuera quién fuera la víctima, un periodista, un piloto o el propio Bernie Ecclestone, su jefe de la escudería Brabham a finales de los 70, con quién tuvo sus más y sus menos.
Conocedor de su valía y de la gran peligrosidad de la máxima categoría de la época, Niki quiso negociar su contrato para la temporada de 1979.
-Dos millones de dólares.
-Tú estás loco-respondió el inglés.
La posición del austríaco fue inamovible durante los siguientes meses, tras pasar una aburrida temporada a los mandos de aquél frágil coche, le resultaba más interesante ganar la partida al mago de las finanzas de la Fórmula 1.
-¡Medio millón de dólares le ofrezco al loco de Lauda y él me pide dos!
Ecclestone tenía tal influencia en los equipos de todo el paddock que Niki no encontraba asiento en ningún equipo…a ningún precio.
Pero el joven austríaco tenía un último as en la manga.
Parmalat, patrocinador principal del equipo tenía que acordar las condiciones de patrocinio para la siguiente temporada, por lo que Bernie (jefe del equipo) y Lauda (piloto estrella) se personaron en la ciudad italiana de Parma en el despacho del director ejecutivo de la compañía.
-¿Quién será el piloto para el año que viene?-preguntó el máximo dirigente de la compañía láctea.
-Niki-respondió el inglés.
-No, yo no he firmado ningún contrato-dijo Lauda mientras miraba con ojos chispeantes al pequeño inglés a través de sus gafas oscuras, sabedor que si no firmaba no había patrocinio.
Balbuceante, tras una breve pausa que le debió parecer una eternidad, Ecclestone acertó a contestar:
-He acordado pagar a Niki dos millones de dólares.
La salida de aquella reunión sólo tuvo dos frases:
-Eres un hijo de p…
-Es lo que hay, Bernie.

Al final aquello tampoco contentó a Niki Lauda, tras doce carreras decepcionantes, durante el GP de Canadá, le dijo a Bernie Ecclestone, que no entendía nada, que abandonaba el equipo, se sentía vacío.
Por lo que se marchó de Montreal directo a Palm Beach dónde se compró un avión DC10, para su nueva línea aérea, Lauda Air, de las tres que tuvo.
Pilotaba sus propios Boeing, era feliz, pero no se sentía realizado…
Volvió tres años después con McLaren y con su velocidad y talento intactos, ganando al mismísimo Alain Prost el Campeonato del Mundo por medio punto.
1985 fue su última temporada como piloto, y su última victoria en el circuito holandés de Zanvoort, curiosamente la cita que se acaba de confirmar hace unos días.

Pero ahí no acabarían sus días en la F1, en 1993, fue contratado como consejero de competición de Ferrari, para reverdecer los laureles del Cavallino Rampante.
-¿Qué hay que hacer para ganar?-Le preguntaron nada más llegar.
- ¡Contraten a Michael Schumacher! ¿O es que no lo ven?
Y Michael Schumacher llegó en el 96 junto con todo su equipo técnico de Benetton y aunque al principio no ganó, todos sabemos cómo acabó aplastando a sus rivales.

 En 1997 se le diagnosticó una insuficiencia renal debido a la medicación que tomaba para su sistema respiratorio tras la inhalación del humo tras su accidente en Alemania ’76. Fruto de ello debió recibir un trasplante de riñón de su hermano Florian. En 2005 debió someterse a una nueva operación para trasplantar el otro riñón, esta vez de su novia Birgitt.

A principios de siglo, tras la estrepitosa entrada de Jaguar al mundial el equipo fue vendido a Red Bull, la conexión austríaca lo llamaron: Niki Lauda-Dieter Mateschitz-Helmut Marko. Los negocios al menos le seguían funcionando.

Posteriormente, sus labores como director no ejecutivo del equipo Mercedes F1 también darían sus frutos en el seno del equipo: su liderazgo en la sombra, sus palabras de ánimo y charlas motivadoras conmovían y motivaban a un equipo que poco a poco se fue construyendo y consolidando con cimientos de hormigón armado.

¿Ha sido toda su trayectoria de éxitos tanto dentro como fuera de la pista fruto de la suerte?
Difícilmente posible.
¿Lo podría haber logrado sin ese carácter tan especial, incluso agrio de vez en cuando?
Difícilmente imaginable.

Ha sido todo un cúmulo de circunstancias especiales, únicas, que han forjado no sólo una persona, sino toda una leyenda. Alguien que lo ha podido perder todo en un solo momento y que ha conseguido seguir adelante.
Directo, contundente y sin titubeos. Así era Niki Lauda. La persona que más nos puede haber enseñado que la vida solamente es una, que lo que tengas que decir o hacer has de hacerlo, no hay segundas oportunidades. Es ahora o nunca.
La única persona que ha vuelto dos veces del infierno y ha vuelto para contarlo (el infierno en llamas de su Ferrari 312T2 y del infierno verde del Nordschleife).
Por ello, alguien que ha luchado contra la muerte hasta la mismísima puerta del averno y ha vuelto, que nos ha enseñado que la tenacidad y la superación son el mayor arma de la que disponemos las personas y que no hay que darse por rendido hasta el último aliento, esa persona no solamente es una persona excepcional, es algo más que un ejemplo.

Esa persona es un auténtico héroe.

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