Max Verstappen está en un momento dulce. Desde su último error en los libres 3 del Gran Premio de Mónaco, se ha producido un proceso de maduración en el piloto neerlandés, tanto en su actitud como en su pilotaje. Desde que logró remontar desde la última plaza hasta la novena posición en Montecarlo, el piloto de Red-Bull ha logrado cinco podios con un coche inferior a Mercedes y Ferrari, con una victoria en el Gran Premio de Austria. Luego tuvo dos abandonos por causas mecánicas en Gran Bretaña, en plena lucha por lograr el podio y Hungría, que siendo quinto tuvo un problema de motor en un circuito más favorable a su escudería.

Ha hecho actuaciones fantásticas en Bélgica y Singapur, pudo haber logrado un podio en Italia de no ser por una sanción por un toque con Valtteri Bottas en el circuito más desfavorable para Red-Bull. Salvo este pequeño error, ha conseguido lograr una regularidad en sus resultados, batiendo a su compañero de equipo en clasificación y carrera y complicando en Singapur a los dos contendientes al mundial, a Sebastian Vettel, batiéndole en la parada de boxes en un rueda a rueda apasionante y estuvo cerca de adelantar a Lewis Hamilton en la oportunidad que le proporcionaron los pilotos doblados.

Hay muchas ganas de ver a la escudería austriaca un poco más cerca de los candidatos al título, y el año que viene con un motor Honda que solo será para ellos y su filial Toro Rosso , podrán pensar en hacer un chasis adaptado a sus medidas y no depender de cómo esté un motorista-constructor, como el caso de Renault, y poder luchar en dos o tres años por el Mundial junto a los nipones.

Max Verstappen tendrá que liderar el equipo con un semi-novato compañero de equipo como Pierre Gasly, que solo tendrá algo más de una temporada de experiencia y subirá a un equipo que opta a cosas importantes. Veremos los progresos de la estrella neerlandesa en estas últimas carreras de la temporada, y si cobrará un papel importante como juez de este campeonato.