Romain Grosjean y el cuento de nunca acabar
El piloto galo está completando una de sus peores temporadas en la Fórmula 1. Pierde el duelo en clasificación 7-3 con su compañero y se encuentra a 27 puntos de él, además de protagonizar un gran número de incidentes.
Romain Grosjean siempre fue un piloto de extremos. O hace un carrerón, o acaba con el monoplaza destruido. Existen pilotos que no tienen un punto intermedio, y este es uno de esos casos. Lo ha demostrado durante su carrera deportiva, pero en este 2018 la moneda está cayendo más veces del lado equivocado.
Durante el Gran Premio de Gran Bretaña pudimos verlo en todo su esplendor. En la salida tocó a su compañero, Kevin Magnussen, convirtiendo su 7ª y 8ª posición en la 10ª y 13ª. Ideal para el equipo. Más adelante, tras el safety car, el piloto galo se quedó fuera con neumáticos viejos, mientras algunos de los pilotos que lo perseguían montaron el compuesto más blando. Carlos Sainz se disponía a completar un adelantamiento por el exterior en Copse, una curva muy rápida, que terminó mal para ambos. ¿Por qué? El piloto de Haas trató de aguantar la línea interior, perdió carga aerodinámica al ir con una mala trazada, su coche le pegó un trallazo en la parte trasera y acabó impactando contra el Renault de Sainz que le tenía ganada la posición. ¿Qué otras opciones tenía? Justo en esa misma vuelta Max Verstappen adelantó a Raikkonen en el mismo punto. ¿La diferencia? Kimi supo ver que estaba siendo rebasado y desaceleró, mientras que Grosjean, muy fan durante su carrera deportiva de jugarse cada maniobra como la última de su vida, no lo hizo. Por si fuera poco, el galo, como es costumbre en él, no tardó ni diez segundos en culpar al español del incidente. No Romain. La culpa no es de Carlos. Es tuya y sólo tuya por no preveer lo que podría pasar si mantienes el pie abajo.
Pero Grosjean es un experto en esto. Innumerables son las ocasiones en las que el francés ha tenido un accidente por su culpa y se la ha intentado cargar al rival, al clima, o a un monoplaza invisible que le toca por detrás. A pesar de algunas joyas ilustres como la de Azerbaiyán esta misma temporada, en la que culpó a Ericsson de golpearle cuando el sueco estaba varios metros por detrás, o el accidente con Ocon en la temporada 2017 en Brasil, ocasionando el primer abandono de su compatriota tras 28 carreras, mi favorita es sin duda la que sucedió en el Gran Premio de Italia del año pasado.
El sábado, el cielo de Monza se pintó de negro y el agüacero fue muy intenso durante la clasificación. Los pilotos salieron a rodar con neumáticos extremos cuando a los pocos minutos de comenzar, Romain Grosjean tuvo aquaplanning en plena recta y terminó con su Haas contra las protecciones. “¡Ha sido estúpido dejarnos salir. Os lo dije. Es muy peligroso!”, comentó el francés por radio. Lo gracioso ocurrió poco después. Durante la bandera roja, la FIA mostró un rótulo con las velocidades puntas de los pilotos. ¿Adivinen quién estaba primero? Sí. Nuestro amigo Grosjean había pasado por el detector de velocidad como el piloto más rápido, aventajando en bastantes kilómetros por hora a sus perseguidores. Está bien. Está muy bien ir con el pie abajo, tener un accidente y echar la culpa al clima o al director de carrera, cuando el único culpable eres tú mismo por ir a fondo sobre una pista que no se presta a ello.
“Un reloj roto da bien la hora dos veces al día”, dice un famoso refrán. Quizá esta temporada 2018 se pueda resumir así para Grosjean. El espejismo de Austria, e incluso el de Australia, parecen simples coincidencias visto lo visto. Lo único cierto es que Romain tiene 11 carreras por delante para tratar de salvar la temporada. Una temporada en la que está siendo vapuleado por su compañero y criticado por la prensa.