Lewis Hamilton y Mercedes han vuelto. O eso parece. Tras la espiral negativa que experimentó el piloto inglés después de su comprometida frase a Sebastian Vettel tras la crono del Gran Premio de Australia (“Estaba esperando a la Q3 para hacer una buena vuelta y borrarte la sonrisa de la cara”), perdiendo la victoria en Melbourne tras la salida del Virtual Safety Car y que dio la victoria al piloto alemán de Ferrari, la penalización por cambio de la caja de cambios y la posterior remontada hasta el podio en Bahréin y el mal ritmo experimentado por Hamilton en China, logró una afortunada victoria en Azerbaiyán y una intachable victoria en España.

Lo que asusta es el gran ritmo que impuso el británico en los primeros compases de carrera, sacando casi ocho segundos a Sebastian Vettel en pocas vueltas y a partir de ahí solo perdió el liderato en el momento de su parada, dándoselo por unas vueltas a Max Verstappen, y, desde la parada del Holandés, nadie pudo hacerle sombra, demostrando ir a medio gas desde mitad de carrera, sin sufrir lo más mínimo.

Muchos dan al cambio en la rodadura de los neumáticos Pirelli y las bajas temperaturas en este Gran Premio como factores clave de la superioridad de Mercedes en Montmeló. No se puede demostrar hasta pasado un tiempo y la vuelta a la antigua rodadura de las cuatro primeras carreras y unas mayores temperaturas tanto en el ambiente como en la pista nos puede volver a poner a Ferrari al frente, pero el ambiente en el equipo y en los pilotos han cambiado, ya que parece que las mejoras introducidas al W09 han sido exitosas.

Un Valtteri Bottas muy motivado a pesar de su mala suerte y un Lewis Hamiton que va a más y que parece que está despertando pueden ser claves para otro año glorioso para las flechas de plata, pudiendo ser el quinto año consecutivo de éxitos en una era híbrida dominada por los Germanos, solo nos queda confiar en que Ferrari y Red Bull puedan poner la igualdad en su sitio de nuevo.