Haas era el temor de la zona media. La escudería con sede en Carolina del Norte se presumía como el líder de esta lucha por la mitad de parrilla, el supuesto mejor de los mortales por detrás de los grandes: Mercedes, Ferrari y Red Bull. Por coche desde luego tenía credenciales, ya sea por una estructura muy similar (algunas voces piensan que es directamente una réplica) del Ferrari del año pasado, aquel que luchó casi hasta el final con el equipo de la estrella en cabeza.

Pero la realidad que se refleja en la clasificación del mundial de marcas nos proporciona una imagen totalmente distinta. El equipo norteamericano está antepenúltimo con tan sólo 11 puntos. Sólo supera a Sauber y a un Williams que va cuesta abajo y sin aparentes frenos.

¿Cómo es posible que un equipo con medios más que suficientes para estar instalados entre los diez primeros con absoluta facilidad tenga ese botín de puntos tan paupérrimo? ¿Quiénes han fallado, los pilotos o el propio equipo? Viendo las cuatro primeras citas del campeonato del mundo podemos asignar culpabilidades a ambas partes, contando el azar que siempre influye en un deporte como el automovilismo.

Analicemos la situación carrera por carrera. En la cita inaugural, Australia, el equipo cuajaba una actuación impecable, en cuarta y quinta posición y cuando iban a cosechar un resultado histórico un problema en la pistola encargada de la sujeción de las gomas en la parada obligó la retirada de ambos pilotos. Ambos salieron con la rueda mal apretada y tuvieron que detener el monoplaza viendo como volaban los puntos del casillero de Haas. Una situación agónica y algo muy raro de ver, pero les sucedió a ellos y en esa circunstancia.

En Bahrein cosecharon sus primeros puntos con una meritoria quinta plaza de Kevin Magnussen. Su compañero Romain Grosjean acabó esa carrera 13º y doblado. 10 puntos sacados del desierto que será su mejor resultado cosechado hasta la fecha en un Gran Premio. En China el danés sacó otro punto para llegar a los 11 que amontonan los americanos en este mundial.

Un botín que en la carrera que acabamos de dejar atrás, Azerbaiyán, no se vio aumentado, ya que Grosjean cometió uno de los fallos más inusuales que se ven en la categoría reina. Rodando en sexta posición y en régimen de Safety Car, el francés acabó en los muros tras perder el control del monoplaza haciendo el clásico movimiento de zig-zag para que las gomas no pierdan temperatura. Un error muy grave tras la decepción en clasificación de quedarse en Q1 por problemas mecánicos, el galo acabó el fin de semana de las peores maneras posibles. En el otro lado de su garaje, se destacó más el nombre de Magnussen por sus maniobras antideportivas que por su rendimiento en la pista.

Un balance muy pobre de puntos dado los resultados que podrían obtener en condiciones normales, y son balas desperdiciadas por la escudería estadounidense, pues sus escasos medios para desarrollar el coche provocará que conforme avance la temporada vayan cayendo en la tabla. Estas primeras carreras estaban subrayadas en el calendario del equipo para obtener un colchón de puntos suficientes para aguantar el naufragio que supondría la recta final del curso, pero no pudo ser así. Por fallos mecánicos o humanos entre el equipo y los pilotos, Haas ha desaprovechado unas oportunidades de oro.