Los jóvenes pilotos irrumpen con fuerza. ¿Está la Fórmula 1 preparada?
Una nueva hornada de pilotos casi adolescentes han llegado a la Fórmula 1 demostrando rapidez, talento y carisma. Por primera vez en mucho tiempo, son pilotos capaces de atraer de nuevo aficionados y devolver interés. La competición debe saber responder y buscar medidas para conseguir otra era dorada, o por el contrario será otra generación perdida.
Estamos ya a mitad de semana y aun ando con resaca del último Gran Premio. La carrera austríaca nos dejó emoción, adelantamientos, luchas en pista, grandes remontadas y hasta polémica. Un gran espectáculo que vino como agua de mayo para el Gran Circo. La controversia en las últimas penalizaciones y sumado a la falta de acción de este inicio de temporada habían hecho daño a la Fórmula 1, pero en el Red Bull Ring todo eso se olvidó para disfrutar de una de esas carreras que recordamos con tanto cariño y nostalgia y echamos tanto de menos… ¿o sólo creemos recordar?
Analizando lo sucedido durante la carrera, resulta curioso descubrir cuáles fueron los alicientes de la misma y quiénes fueron sus principales protagonistas: Charles Leclerc, con su control de carrera digno de un veterano. Max Verstappen, en un épico resurgir tras su mala salida, poniendo a su Red Bull muy por encima de sus posibilidades y luchando contra todo y contra todos, incluido el crono, hasta situarse en cabeza tras una magistral lucha con el propio Leclerc en las últimas cinco vueltas, y logrando una importantísima victoria para él, para su equipo y especialmente para Honda. Lando Norris, que tras una gran clasificación, todavía fue capaz de mejorarlo con una impecable salida, en la que hasta se pudo permitir el lujo de disputarle la tercera posición al todopoderoso Hamilton, y afianzando su posición contra dos gallos como Raikkönen y Ricciardo, a la vez que hacía labor de equipo, reteniendo a sus rivales para ayudar a su compañero a remontar posiciones. Y así fue. Carlos Sainz, remontada espléndida desde la decimonovena posición hasta la octava, adelantando a todos sus rivales uno por uno con limpieza y templanza, demostrando un ritmo endiablado y llegando a acechar a todo un Red Bull de Pierre Gasly, al que probablemente habría podido adelantar de no ser por una rotura de alerón contra una “banana” disuasoria. Y mención especial para George Russell, que fue capaz de llevar a su lento, triste y desconocido Williams hasta donde no se merece, situándolo delante de un Haas y anulando por completo a su compañero de equipo.
¿Y cuál es el dato curioso? Que ninguno de estos pilotos supera los 25 años de edad. De hecho, algunos de ellos no llegan a los 20. Este dato refleja una realidad. Una nueva generación ha llegado, y parece que esta vez para quedarse.
La Fórmula 1 vive tiempos convulsos. El dominio incontestable de Mercedes, como a su vez el anterior dominio de Red Bull, causan estragos en el interés de los aficionados. A esto hay que sumarle el poder que han atesorado en los últimos años los constructores y equipos punteros, haciéndose prácticamente dominadores del deporte, y pasando por encima incluso de Liberty Media en algunas decisiones relativas a la competición por su propio interés. Pero se habla poco de uno de los que, a opinión de un humilde servidor es uno de los mayores problemas, y es la falta de ídolos en los últimos años.
Porque no nos engañemos, vivimos estancados en el “cualquier tiempo pasado fue mejor”, gritando a los cuatro vientos que “esta Fórmula 1 es mucho peor que la de antes”, “antes era más entretenida, cuando peleaban todos”, y un largo etcétera. Resulta cuanto menos irónico cuando escuchas a personajes ilustres del deporte comentar que llevan oyendo esas mismas frases desde los años que ahora admiramos como los "años dorados". Por poner un ejemplo claro, a día de hoy y aunque a todos nos resulte repetitivo y predecible, todavía hay muchos récords que Mercedes no ha sido capaz de superar con respecto a otras épocas de dominio. Cuando analizas esas opiniones a fondo, descubres que el problema no es que esta Fórmula 1 sea peor, sino que ahora el ídolo respectivo, no gana.
Y es ahí donde escasea la competición. Desde las generaciones de principio de siglo, con Raikkonen, Alonso o Button, y la siguiente con Vettel y Hamilton, no ha surgido ningún ídolo de masas, ningún héroe que haya generado la expectación suficiente para llenar circuitos y para copar portadas de periódicos. Con la reciente marcha de Alonso, se ha estado viviendo de las rentas cosechadas por Hamilton y Vettel y por los equipos a los que pertenecen… hasta ahora.
Finalizadas ya las generaciones vacías, de las que se salvan Ricciardo y poco más, aparece ahora una nueva hornada dispuesta a comerse el mundo, y esto podría ser una suerte para todos los aficionados y para el deporte.
Porque por primera vez en mucho tiempo, salvo alguna excepción como Stroll, o el desaparecido Gasly de esta temporada, los nuevos pilotos vienen pisando muy fuerte. Tienen mucho talento, tienen don de gentes y mucho carisma, y una pieza fundamental, tienen un manejo de los medios de comunicación y redes sociales como nunca antes había existido, un campo en el que la Fórmula 1 lleva años de retraso, ya que en el fondo, no dejan de ser millenials. Reúnen todos los requisitos para atraer aficionados y recuperar muchos de los que se han quedado en el camino estos últimos años. Por otra parte, poseen una disciplina de entrenamiento y una experiencia tanto en pista en categorías inferiores como en simulador que ninguna otra generación anterior había tenido. Y la prueba de todo esto, sin ir más lejos, la podemos ver en las gradas del Red Bull Ring.
Todo un mosaico naranja copaba la práctica totalidad de las localidades del circuito apoyando a Max Verstappen. El piloto de los Países Bajos ha conseguido crear una orda de aficionados sin precedentes en la competición. Los aficionados holandeses recorren miles de kilómetros acompañando a su piloto y llenan las gradas de todos los circuitos europeos, y para la próxima temporada han recuperado su Gran Premio local. Todos y cada uno de ellos saltaban, gritaban y disfrutaban con la remontada y posterior victoria de su héroe. La experiencia me dice que ninguno de ellos pensaba en ese momento que la competición estaba de capa caída.
Pero como ya empieza a convertirse en una triste costumbre, la carrera volvió a verse empañada por una investigación de los comisarios relativa a un lance de carrera en la pugna entre Leclerc y Verstappen por la primera posición, y todos estos aficionados no pudieron celebrar del todo el triunfo del piloto de Red Bull hasta esperar la resolución.
Y esto me hace reflexionar. Vivimos en la era más segura de la historia de la competición, con los coches más rápidos, los circuitos más anchos y seguros y los pilotos mejor preparados, pero con todo eso, hay pocos adelantamientos y muchas sanciones polémicas por condiciones ajenas a los pilotos. Y es que parece que la atención se centra en crear penalizaciones para pilotos que buscan el límite de la pista, de su coche o de los adelantamientos, y se descuidan los detalles que por sí solos crean interés, luchas y acciones impredecibles, como sería volver a instaurar el césped y grava en las escapatorias, neumáticos con desgaste menos lineal o la reducción del "Downforce" en los monoplazas actuales.
La Fórmula 1 tiene ahora la oportunidad de aprovechar ese tirón que los jóvenes pueden generar. Es el momento de mejorar el Reglamento Deportivo, dando más permisividad a las luchas en pista, y con unas reglas claras y de fácil interpretación para que no haya posibilidad de libre aplicación según la acción, el piloto o el momento. Y es el momento de preparar un Reglamento técnico buscando medidas que ayuden a equiparar el deporte, que el sexto clasificado no termine doblado o que un aficionado no vea una carrera porque su piloto favorito no podrá pasar del séptimo puesto si no está en un equipo puntero.
Esto no pretende ser un llamamiento a la FIA para adulterar la competición en busca de más luchas en pista. La búsqueda de cualquier décima de segundo para ser el más rápido o la vanguardia del desarrollo están en el ADN de la Fórmula 1, y un gran equipo siempre ayuda a engrandecer al ídolo, pero existen formas de conseguirlo y es su obligación para con el deporte y los aficionados que lo ven el llegar a ello.
Leclerc, Verstappen, Norris, Sainz, Albon, Russell… La nueva generación está llamando a la puerta y quiere entrar con fuerza. ¿Sabrá la Fórmula 1 responder?