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F1 | El día que la Fórmula 1 extrañó a Ecclestone

El Gran Premio de Bélgica podía haber tenido muchas alternativas, pero no tuvo ninguna, ni siquiera tuvo coherencia. Entregó puntos, realizó la ceremonia del podio y le dio una victoria más a Max Verstappen, pero nunca se corrió

( palabras)
F1 | El día que la Fórmula 1 extrañó a Ecclestone
Fuente imagen: MOTORLAT.COM

Cuando alguien tiene que explicar muchas veces las razones por las que hizo algo que en general ha tenido desaprobación, eso muestra que, más allá de lo sucedido, tiene un serio problema de credibilidad.

Lamentablemente, la Fórmula 1 por un lado y la Federación Internacional del Automóvil por otro, han tenido que dar muchas explicaciones para justificar la cantidad de cosas que sucedieron el domingo en Spa Francorchamps, y que fueron cuestionadas desde los más diversos sectores, desde la prensa, los equipos, los pilotos y el mismísimo público, entre quienes se ha calificado como burla, farsa, papelón, estafa o mentira, por solo mencionar algunos calificativos que se han podido leer o escuchar.

Pero aunque cueste creerlo, el problema más grande que tiene la Fórmula 1 hoy en día no es que no se haya podido correr con lluvia en Spa, sino que no se haya sabido comunicar lo que pasaba, siendo que Liberty Media, es precisamente una compañía de comunicación.

¿Ironía del destino? No, para nada. Si algo saben hacer los nuevos dueños de la Fórmula 1 es comunicar. De modo que lo sucedido en Bélgica, lo que deja al desnudo son otras cosas mucho más profundas, que intentaremos describir y contextualizar.

Lo primero que queda claro es que no hay un Bernie Ecclestone. Aunque es contrafáctico, o sea que no hay modo de saberlo porque no ocurrió, no es muy difícil imaginar que con Mr. E al mando, las cosas hubieran sido distintas. De hecho, por algo habrá sido que nunca antes en la historia de la Fórmula 1, una carrera no tuvo siquiera una vuelta de velocidad, pero se dio por corrida y otorgó el 50% de los puntos. Simplemente porque Ecclestone les hubiera dicho algo así como “Salgan y corran, las vueltas que sea posible correr. Y si en algún momento hay que parar, pararemos. Pero no vengan a decirme que no quieren arriesgarse a destruir autos porque conmigo, o gracias a mí, han ganado muchos millones. Hoy toca arriesgarse a perder un par de ellos por el bien del negocio.”

Muchos habrán puesto sobre la mesa que si llegaban a romper autos, tenían apenas 5 días para estar en pista nuevamente en Holanda y quizás no llegaban con tan poco tiempo. Mentira. Si quieren llegan. Hemos visto reconstruir autos, o cambiar chasis completos de un día para otro.

Otros habrán dicho que se les va de los límites de presupuesto obligatorio. Y aquí tenemos un punto interesante para analizar. La respuesta, si hubiera estado Ecclestone o alguien con su mismo poder, sería la misma anterior. “Plata tienen. Hoy les toca gastarla. Y si se sale de presupuesto, me encargo yo.”

Ese es en realidad el punto problemático. No tener un líder absoluto, que entienda el negocio como tal en su integridad. Los equipos podrán haberse ahorrado muchos millones, y las cuentas cierran porque con menor gasto (salvo McLaren) cobrarán normalmente publicidades y derechos televisivos, ya que formal y legalmente hubo Gran Premio y todos deben pagar sus cuentas.

Pero lo del domingo en Spa no fue un Gran Premio de Fórmula 1, sino una sátira de las cosas que jamás deberían pasar, y que si no hubiera sido cierto, bien podría haber formado parte de la imaginación irónica de un guionista.

Y otra demostración de la falta de un líder natural, no uno impuesto, es que todo está tan reglamentado, que terminan cayendo, como en Spa, en trampas que los propios reglamentos les tienden. Michael Masi o Stefano Domenicalli se han visto, probablemente, obligados a hacer ciertas cosas y decir ciertas otras, que no hubieran querido, pero ese corset de normas, reglas y reglamentos de funcionamiento de un sistema, se les impuso.

Tienen la obligación de decir diez minutos antes, qué sucederá diez minutos después. Y así, el mundo entero veía azorado, como cada diez minutos demoraban una decisión por otro diez minutos. De todos modos, ni eso cumplieron, porque por momentos iban de cinco en cinco. Después dijeron que a las 17:45 (hora de Bélgica) se decidiría qué pasaría, y a esa hora lo postegaron otros diez minutos, y después otros cinco. Debe haber llegado un momento, en el que ya no sabían qué era lo que debían hacer de acuerdo a los manuales.

Con el reloj que inició el Gran Premio a las 15hs pasó algo similar. Después dijeron que lo habían detenido, pero eso nunca lo comentaron, y durante dos horas, hasta los equipos creían que el tiempo estaba corriendo para que a las tres horas se diera por terminado todo.

En definitiva, lo que mostraron es que en lugar de aplicar el sentido común, el criterio, lo que hacían era ir de un procedimiento a otro, incluso si eran contrapuestos.

Y si de criterio hablamos, la situación de Checo Pérez fue la más cabal demostración de la ausencia total de criterio que hubo el domingo en Spa. En lugar de mirar tantos artículos de reglamentos, con solo usar el criterio, la situación se resolvía fácilmente. Porque impartir justicia, es una cualidad que hay que asumir con mucho compromiso y muchísimo respeto por quiénes serán objeto de esa justicia.

Si los otros 19 autos están detenidos y sobre ellos no se puede trabajar porque la carrera está suspendida. El auto 20, el de Checo en este caso, debe tener el mismo trato. Mientras nadie trabaja, ellos tampoco debían hacerlo. Si lo hacen, entonces los otros 19 tienen derecho a hacerlo. ¿O acaso no escuchamos todo el sábado, que había equipos que habían arriesgado a una puesta a punto que permitiera ir mejor para el caso de no tener una pista mojada todo el Gran Premio de Bélgica? Y no salgan a decir que en otras carreras se ha permitido trabajar con bandera roja, porque es cierto, se ha permitido, pero no se puede cambiar todo en esa condición, sino solo algunas piezas, y en el auto de Pérez estaban cambiando muchas cosas más. Y para quiénes salgan a decir que una cosa es reparar y otra es hacer cambios de puesta a punto, vaya otro mensaje. Sólo piensen en la puesta a punto de un amortiguador, o la dureza de una barra. Se saca un elemento dañado y se coloca otro con distintos parámetros y listo. Se cambió la puesta a punto. ¿O van a creer que eso lo va a revisar alguien? No seamos ingenuos.

Lo que ocurrió fue una enorme injusticia, que si no se hubiera detenido la largada original, no hubiera ocurrido. El auto de Pérez fue reparado y estaba listo para largar solamente porque se retrasó la salida el suficiente tiempo como para que pudieran hacerlo. El sentido común dice que si volviera a suceder lo mismo. Mientras todos están congelados sin trabajar, en ese auto tampoco se podía trabajar. Y una vez habilitado el procedimiento previo a la largada nuevamente, podían hacerlo. No es muy difícil, así debió ser.

Lo que hay que hacer entonces es tirar a la basura todos los manuales de procedimientos, escribir sólo algunos parámetros lógicos y usar el criterio. Cuando se publicó que se intentaría hacer una carrera de una hora de duración, se saltaron todas las normas. Porque eso no existe. Lo que debían hacer era comunicar que intentarían largar la carrera y completar la mayor cantidad de vueltas posibles para entregar el 50% de los puntos. Eso era decir la verdad. Y no lo que hicieron.

En 1945, en los bosques de Las Ardenas, se libró una de las batallas más cruentas de la Segunda Guerra Mundial. El ejército de Hitler sencillamente se congeló en la nieve y se quedó sin combustible para sus tanques y sin provisiones para sus soldados, intentando sostener algo que solo en la mente de su líder podía funcionar. La ilusión duró mientras el cielo estaba cerrado y las fuerzas aliadas no podían desplegar sus aviones para bombardearlos. Soportaron semanas obligados por un loco que no aceptaba que la batalla era inútil, no había modo alguno de ganar.

Fue el mismo lugar, la historia no es comparable porque esta era solo una carrera de autos contra una de las páginas más sangrientas de la guerra. Solo vale la referencia y la casualidad del lugar. La reflexión es la misma. Cuando las cosas no se pueden hacer, hay saber parar a tiempo y no entrar en una vorágine que después impida salir sin un costo mayor.

A la Fórmula 1 le falta un líder. Demasiados debates. Demasiados intereses. Se olvidaron de lo más importante, la credibilidad y la esencia. Una competencia deportiva. 

Autor : Diego Zorrero 

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