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¿Sabías que el Gran Premio de Brasil 2003 fue uno de los más extraños de la historia?

¿Sabías que el Gran Premio de Brasil 2003 fue uno de los más extraños de la historia? Sin neumáticos de lluvia, accidentes, podio alterado y hasta un periodista vestido de mozo de la limpieza.

( palabras)
¿Sabías que el Gran Premio de Brasil 2003 fue uno de los más extraños de la historia?
Fuente imagen: Google

La tercera carrera de la temporada 2003 llegaba a Interlagos con Kimi Raikkonen como líder del mundial tras ganar las dos primeras citas del calendario. Michael Schumacher esperaba con ansias el nuevo Ferrari, que no haría su debut hasta el GP de España, y se tenía que conformar con minimizar daños y correr con el coche de 2002.

Para más complicación de todos los pilotos, tanto Bridgestone como Michelin, que eran los suministradores de neumáticos por aquel entonces, únicamente habían traído a Brasil neumáticos intermedios como neumático en caso de lluvia. El diluvio que cayó sobre el circuito ese fin de semana fue histórico. Al ver las condiciones meteorológicas, los pilotos pidieron suprimir los primeros entrenamientos libres del viernes, aunque al final se disputaron al igual que todas las sesiones del sábado al apreciar mejoría en la climatología. El desastre llegó el domingo.

El Gran Premio número 700 de la historia de la Fórmula 1 fue una escabechina en toda regla. Tras dar comienzo bajo un fuerte aguacero y al amparo del Safety Car, los monoplazas iban accidentándose sin remedio uno tras otro al ser imposible mantenerlos en la pista, a pesar de que la prueba se retrasó diez minutos para que los equipos pudieran cambiar neumáticos y reglajes al haberse declarado, erróneamente, carrera en seco.

Michael Schumacher estaba entre los accidentados junto a otros nombres como el de Jenson Button, Jos Verstappen o Juan Pablo Montoya. El alemán de Ferrari veía como el mundial se le escapaba poco a poco al ver al McLaren de Kimi Raikkonen sobrevivir a la lotería de Interlagos y conseguir llegar al liderato de la carrera en la vuelta 52, tras la parada en boxes de su compañero de filas David Coulthard.

Pero el mayor sobresalto llegó en la vuelta 54, cuando el australiano Mark Webber perdió el control de su Jaguar al pasar por un riachuelo que cruzaba la pista cuando enfilaba la recta principal, estrellándose contra el muro y desintegrando su monoplaza en una lluvia de piezas que cubrió buena parte de la misma. Fernando Alonso, que venía remontando sobre pista mojada como era de costumbre, marchaba tercero tras haber protagonizado una increíble escalada desde la décima posición, hasta que de pronto se encontró con una de las ruedas del Jaguar de Webber que había quedado suelta por la recta principal, impactando violentamente primero contra el muro izquierdo, muy cerca del monoplaza del australiano, para al final acabar en el muro derecho tras girar sobre si mismo mientras se desintegraba por el brutal impacto.
La falta de banderas amarillas y el inexistente aviso del Safety Car en pista fueron el mayor error de los comisarios y principal causante de aquella colisión.

La carrera fue inmediatamente detenida con una bandera roja y el piloto español atendido a pie de pista. Cojo y visiblemente conmocionado por el choque, Alonso fue trasladado en ambulancia hasta el cercano hospital de Sao Luiz para asegurarse que el piloto no sufría heridas internas.

Con el 75% de la prueba ya completado y sin apenas competidores en pista, dirección de carrera decidió dar por finalizado el Gran Premio de Brasil. Los comisarios decidieron que el ganador era Giancarlo Fisichella, pero la FIA le dio la victoria a Kimi Raikkonen, ya que no consideraban completa la vuelta 55, en la que ocurrió el accidente de Alonso. Kimi subió como ganador al podio y Fisichella aparecía como segundo clasificado, con cara de pocos amigos mientras su coche se prendía fuego en el pit lane, en una ceremonia en la que el tercer peldaño del podio, propiedad de Fernando Alonso restaba vacía mientras marchaba camino al hospital.

Sin embargo, pocos días después de la carrera la Scuderia Ferrari apeló la victoria del finlandés de McLaren, demostrando mediante un video que el piloto que merecía la victoria era el italiano Giancarlo Fisichella, que ya estaba en la vuelta 56 cuando sucedió el accidente de Alonso. Fisichella recibió el premio de primer clasificado de manos de Raikkonen en el siguiente gran premio, y el finlandés perdió dos puntos en el campeonato, curiosamente la ventaja que a final de año Michael Schumacher le sacó al finlandés y que le valió para coronarse por quinta vez como campeón del mundo.

Tras el grotesco espectáculo del podio, con ganadores que no lo son, coches en llamas como el Jordan de Fisichella y ausencias por fuerza mayor como la de Alonso, los periodistas españoles Jesús Fraile y Josep Lluís Merlos se lanzaron escaleras abajo abandonando la estrecha sala de comentaristas a la caza de la ambulancia que trasladaba a Alonso.

Los dos reporteros llegaron juntos en su coche de alquiler y mientras Fraile lo aparcaba, Merlos ya se había bajado del mismo e intentaba hacerse pasar por un familiar del piloto español para que le dejaran pasar. Sin éxito en su empeño ante las altas medidas de seguridad del hospital carioca, el avispado reportero buscó una entrada de servicio para el personal, ubicada en la parte trasera. Tras coger un carrito de la limpieza y ataviarse con una bata del personal “monstruosamente pequeña” según confesó el periodista, se introdujo en el las instalaciones hospitalarias sin levantar grandes sospechas justo en el momento que llevaban a Alonso a realizarle un escáner. El periodista disfrazado de mozo de la limpieza caminó junto a la camilla del ovetense hasta que este se percató de la identidad del infiltrado. Con una gran carcajada el piloto español hizo detener la camilla y el periodista pudo hacerle algunas preguntas antes de que se lo llevaran definitivamente. Triunfante como quién acaba de cazar un oso, Merlos salía por la puerta del hospital blandiendo su grabadora en la mano y con dos minutos de conversación del campeón español. Adrián Campos, representante del piloto español, intentó quitársela pero el astuto periodista se opuso, llevándose el “trofeo” a su redacción.

Quince días más tarde las sonrisas volvieron al paddock para la disputa del Gran Premio de San Marino. Fernando Alonso recibió el trofeo como tercer clasificado en Brasil y bendijo la norma por la cual el uso del dispositivo HANS se volvía obligatorio para todos los pilotosPor su parte Kimi Raikkonen y Giancarlo Fisichella intercambiaron sus trofeos, en lo que sería la última victoria del equipo Jordan, antes de que su dueño, el irlandés Eddie Jordan, se viera en la ruina tras una demanda perdida por el patrocinio de Vodafone.


Muchos pensarán que parte del destino del español estaba escrito en el muro de Interlagos, pero no es así. El destino de Fernando Alonso estaba escrito junto a la puerta de servicio por la que se introdujo Josep Lluís Merlos. Aquella puerta comunicaba con la calle “Rua Professor Octavio Ferrari”. Alain Prost es apodado “El Profesor” y Fernando Alonso, en su debut con Ferrari en 2010 utilizó un número particular en su monoplaza.
Sí, el ocho.

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